Entradas

Sigo sin saber por qué vivo

Hay una tormenta, y no es de agua, truenos o viento. Es una tormenta de ideas, una tormenta de recuerdos, una tormenta de sentimientos. Durante mucho tiempo pase lidiando conmigo mismo, fracaso tras fracaso, caida tras caída, resultaba que siempre podía caer un poco mas bajo, sentirme un poco peor, fracasar un poco más. No contaba con qué, de tanto intentarlo, iba a cansarme de intentar. Ya no quería fracasar, y mucho menos triunfar, solo deseaba tolerar mi existencia. No podría contar de un tirón mi historia de vida, sin sentir cada tanto que me olvido de contar algo importante. Ya no quiero pensar en futuros o pasados. Todo es deprimente, y ni hablar de recorridos o de lineas de tiempo. Supongo que vivir en el presente, rodeando de impulsos, es menos triste. Al menos se puede disfrutar poco de alguna buena comida, situación, amistad, o lo que se brinde de a ratos. A las sorpresas prefiero evitarlas, Me quitan el sueño si las espero, si las pienso, a sabiendas que todas han sido basta...

Bajada Grande

 Ella quería una rosa roja, y yo quería dársela. Un inconveniente del momento hizo imposible ese intercambio. Volvía así a Santa Fe, pensando en cuando la vería de nuevo, si podría entregarle ese regalo. Pero parece ser que el destino tiene otros planes, y que los corazones se marchitan antes que las rosas. Primavera absurda, empieza y florece, pero se marchita antes de poder tenerla otra vez. No me diste chance primavera de hacerte una estación entera, te marchitaste antes de que llegase el otoño, y al final, las espinas de tu hermosa flor terminaron todas lastimando mi corazón. El rojo sangre que brota, primavera, son las heridas que llevo, estan en mi piel, en mis manos y mi mente. Mi mente primavera, quedo ilusionada, revolucionada al tenerte, que sería del invierno primavera, sino saliera el Sol una estación entera. Quiero ir a Bajada grande de nuevo, visitar la costanera, la ilusión renuevo, pero tu flor quito me alejo, prefiero ser un animal salvaje, un conejo, y pasar tranq...

Mi mamá y el jazmín

 La flor preferida de mi mamá es el jazmín. Pero el jazmín es frágil, tiene un perfume exquisito que invita a llevárselo consigo. Por el contrario mi mamá es fuerte, su carácter tiene un perfume invasivo, que parece abarcar mucho más que donde ella está, a ella no hace falta llevarla, porque viene de ahí. Son pocos los momentos donde mi mamá se brinda cariñosa y vulnerable, donde se asemeja al jazmín. La mayoría del tiempo ella prefiere ser una madera dura, cuadrada, resistente y con los límites bien claros. Cada tanto deja de lado esa rectitud, de la madera cuadrada, bien tallada, geométrica, para compartirse agradablemente en el rato de una charla como el perfume del jazmín. Puedo decir así que mi mamá es apariencia un roble, pero que su corazón está hecho de jazmín. Antes de la flor, su noble madera, debidamente delimitada y simétrica, protege su aroma floral de dulces y emotivos sentimientos. Y yo no puedo más que verla como es, porque soy su hijo.

Sexo y lluvia

 A veces hay cosas que dan ganas unas de la otras. A veces la lluvia da ganas de sexo y el sexo ganas de lluvia. Son como una pareja inseparable, oler la tierra mojada y sentir la humedad, a veces dan gana de oler una vulva mojada y sentir su humedad. Tener una carpa en un parque, un día lluvioso, sentir esa compañía adecuada, son momentos que deben valorarse el doble, ahh! y aguantar cuando embestís, sabiendo que cada embestida puede significar acabar, es un momento muy intenso. El buen sexo y el estar bien atendido ayuda a estar feliz. Son como pequeñas lágrimas de felicidad que todo lo mojan. Se acabó. Fin.

Simón, el hombre de la naturaleza

 Cuando un domingo los amigos se reunían para tomarse unos mates y pasar una agradable juntada, llegaba Simón en su bici, cansado de tanto pescar. Se había levantado temprano, a las 6am, y al rato ya había partido con sus cañas en la búsqueda de algún dorado o sábalo rico para preparar. Cuando llegaba por fin con sus amigos, traía sus panes "proteicos", como  él les llamaba. Y compartía esos mates, traía también la redonda y se ponía a tirar unos pases, hacía gambetas, algunos jueguitos, algún lujo. Nunca nadie se imaginó que las tarde así se terminarían por un tiempo, que el bullicio de la ciudad y las juntadas en la costanera se apagarían. Simón quería volver a la naturaleza, quería volver a Villaguay. Y así, casi sin avisar, Simón que ansiaba tanto cortar leña, pescar a toda hora, ser apicultor, y trabajar la tierra, se volvería a sus pagos a hacerse uno con la Pachamama. Reencuentro, porque todo lo qué es noble y bueno se reencuentra, Simón y sus amigos se volvieron a enc...