Mi mamá y el jazmín

 La flor preferida de mi mamá es el jazmín. Pero el jazmín es frágil, tiene un perfume exquisito que invita a llevárselo consigo. Por el contrario mi mamá es fuerte, su carácter tiene un perfume invasivo, que parece abarcar mucho más que donde ella está, a ella no hace falta llevarla, porque viene de ahí.

Son pocos los momentos donde mi mamá se brinda cariñosa y vulnerable, donde se asemeja al jazmín. La mayoría del tiempo ella prefiere ser una madera dura, cuadrada, resistente y con los límites bien claros. Cada tanto deja de lado esa rectitud, de la madera cuadrada, bien tallada, geométrica, para compartirse agradablemente en el rato de una charla como el perfume del jazmín.

Puedo decir así que mi mamá es apariencia un roble, pero que su corazón está hecho de jazmín.

Antes de la flor, su noble madera, debidamente delimitada y simétrica, protege su aroma floral de dulces y emotivos sentimientos.

Y yo no puedo más que verla como es, porque soy su hijo.

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