Felicitat
Iba el bardo caminando triste por lo callejones de la ciudadela, al bardo que cantaba tragedias y desdichas, que se había vuelto sabio en ellas, se había obsesionado en el último tiempo con la felicidad. Pero tenía un problema, nunca había pasado un día entero feliz, así que conseguirla como él la quería no podía. Le era menester porque ansiaba escribir una gran canción y con su guitarra ir cantando por todas las tabernas y alegrar a la gente en vez de provocar lágrimas.
Unos días después, en uno de esos antros nocturnos que él frecuentaba, mientras charlaba con una damisela, alguien se le acerco al pasar y le dijo que unas brujas que viven abajo del puente camino a la montaña tienen todo tipo de pociones incluída la que causa felicidad. Intentó contestarle, pero cuando giró ya no había nadie atrás. A la mañana siguiente, como siguiendo una corazonada, salió en busca del puente que le habían mencionado. Fue en un caballo que consiguió en el establo siguiendo la dirección correcta no tardó mucho en llegar. Al pasar por el puente no vio a nadie ni oyó nada. Pero al cruzarlo y bajar la vista, se veía a 2 mujeres jóvenes muy parecidas con varias vasijas. Se acercó a ellas apurado y les dijo:
- "Buenas tardes damas".
- "Buenas tardes bardo".
- "Cómo saben mi profesión", preguntó el bardo.
- "Las brujas sabemos muchas cosas", le contestaron las muchachas.
- "A mí se me antojaba obtener..." dijo el bardo.
- "Tenga cuidado con lo que desea bardo", le dijeron las brujas, "Porque se puede hacer realidad".
Ignorando estas palabras que le parecieron superfluas, el bardo, comenzó entonces a preguntar por pociones y se interesó especialmente por una que se llama felicitat, sobre la que le dijeron trae alegría inmensa y confianza suprema. El bardo pensó que era justo lo que necesitaba para escribir su gran canción. Se decidió por esta al final y se la llevo. Entonces cual es el precio, a los que las brujas al unísono contestaron "Es muy alto pero ahora no tendrá que pagarlo, la primera siempre es gratis", la primera se dijo para sus adentros, si yo solo quiero una. Apenas comenzó a cabalgar destapó la vasija y comenzó a beberla.
Al llegar a la ciudadela se puso a escribir su gran canción, la cual escribió sin ninguna dificultad, es hermosa pensó. Esa noche misma la tocó en la taberna de siempre, donde alegro a cientos que parecían hipnotizados con su música.
Al día siguiente se despertó muy triste, sintiéndose angustiado, se acordó de su familia, asesinada cruelmente por un bárbaro nómade. Salió apenas se hizo de tarde a tocar su canción entre los mercaderes en la plaza, pero a nadie parecía interesarle ni parecía alegrarse con ella. Sintiéndose totalmente ignorado, entendió que el efecto de felicitat se había ido. Corrió entonces hacia su caballo y fue directo a lo de las brujas a pedirles mas. Estas le dieron otra vasija, pero a cambio le pidieron alguna lágrimas. El preguntó porque le cobraban si le primera fue gratis y por qué lágrimas, le dijeron que poco importaría eso si se tomaba otra poción. Se la extendieron y bebió felicitat en el acto. Se olvidó de todo lo malo y salió camino a la ciudadela. Sus obras vibrantes llegaron a oídos del rey que ordenó que el bardo tocase en el castillo, donde fue la atención de todos y consiguió que hasta los rengos bailasen. Allí mismo a la noche tuvo albergue en una habitación majestuosa.
A la mañana siguiente al despertarse no podía parar las lágrimas, recordaba todas sus desventuras. Volvió en pocos minutos a su corcel y sin dudar fue camino a lo de las brujas. Al llegar al puente no vio ni escuchó nada. Al bajar se encontró que en lugar de las muchachas y sus vasijas, había unas estatuas iguales a ellas. Miró entonces en las vasijas y ahí cerca leyó una inscripción: "Ten cuidado con lo que deseas, se puede hacer realidad", esas palabras resonaron así en su mente y sus oídos. De repente, comprendió todo. Qué la felicidad y la magia no son para siempre, que el no volvería a ser feliz hasta que dejase su pasado atrás, que no hay pociones que arreglen problemas sino que uno puede, tal vez con su guitarra y música, calmar la tristeza de a poco.
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