El halloween del Martín lagarto

Me desperté el primero de noviembre con un hambre feroz, sería capaz de comerme una mesa entera llena de desayunos. Se me antojaba comer conejo al escabeche, y aunque no lo estuviese del todo cocido, me comería hasta una liebre. De repente al acercarme a la mesa sentí la respiración de algo durmiendo abajo, así como un ronquido liviano. Miré y pude ver un perro negro, mediano, era el Elio, mi perro. Abrí grandes mis fauces, y me lo comí, y así y todo seguía con hambre, que era lo peor. Así que fui a la heladera y me comí el escabeche de conejo, y todo lo demás que allí había. 
Se hace tarde pensé, miré el reloj, eran casi las 8am, me fui al baño corriendo a afeitarme. Pero había un problema, no tenía barba, ni pelos, ni nada que afeitar, en su lugar solo había escamas grandes, oscuras y verdosas. Arriba de ellas, unos ojos como metidos hacia adentro, soy un lagarto pensé, un cocodrilo humanoide, no hace falta afeitarme me percate. Sí me puse aceite para abrillantar mis escamas y salí despedido a toda velocidad a tomar el bondi.
Por el camino me crucé a la bruja de mi vecina, ella estaba acomodando la escoba en la cochera. También pasó al lado mío el hombre lobo corriendo, daba vueltas por la avenida. Al llegar a la garita me encontré a drácula colgando de la garita, me preguntó si al 10 le faltaba poco, le dije que sólo 5 minutos.
Había algo raro que me dejaba pensando, y al rato me cayó la ficha. El hombre lobo de traje corriendo, mi vecina con vestido de gala, drácula con smoking nuevo. Ahí me acordé que hoy es Halloween, nuestra fiesta principal, el día patrio y más importante en el mundo entero. Nada que ver con la navidad, esa fiesta pagana creada por gitanos extranjeros del imperio romano, que luego adoptaron unos religiosos que vienen de medio oriente, con la historia esa de un zombie que revivió luego de ser colgado en una cruz.
Mientras cavilaba, llegó el cole, al subir miré al chófer, era el joker, me dijo, disculpe sr, usted tiene carnet de villano, porque yo sí, y se echó a reír unas carcajadas que resonaban por todo el bus. De tanto en tanto el joker hacía ademanes de tener un carnet en su mano, y decía que tenía un carnet de villano, pero o tenía las manos vacías o se trataba de un carnet invisible.
De la nada un ruido ensordecedor. Parpadee, abrí los ojos, estaba en la cama. Todavía era 31 de octubre a la noche, pero todo había sido tan real, que no sé, me quedaron dudas o certezas tal vez, de que hay en otro universo un Martín lagarto que todo lo devora, que ahí solo hacemos reverencia al joker con carnet de villano y no a ningún dios zombie traído de lejos y quién sabe si no es menos real que el halloween mismo...

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