El universo del Martín Gato

 Me despierto a la noche , después de una larga siesta, 15 horas corridas, que barbaridad, un descanso así arriba de un árbol es el sueño de cualquiera.
Desde abajo me llamaba Michaela, nuestra reina, yo Bubastis, y Nefertiti, teníamos que cazar algunos pájaros para alimentarnos.
Empezamos rastreando uno que estaba que estaba cerca, al acercarse un poco Nefertiti este salió huyendo. Michaela salió entonces tras unos cuises pequeños, pero estos entraron velozmente en su madriguera. Así fuimos pasando la tarde sin poder cazar nada y se aproximaba la noche.
Tanta persecución sin poder cazar nada me dió mucha sed. Fui al río a beber poco de agua. Al asomarme no estaban ahí mis bigotes de gato. Pero sí mi cara de humano, cosa a la que no le di mucha importancia pese a la confusión inicial. Le hice un miau a ese humano que veía en el reflejo, como si lo reconociera. Cuando terminé de beber, con mi lengüita gatuna, me incorporé, estaba en casa frente al espejo del baño, era de noche, tenía mucha sed como si hubiese estado corriendo todo el día.
Fui a servirme un vaso de agua a la cocina, mi gato Bubastis paso al lado mío, hizo miau. Bebí todo a tragos grandes de forma apresurada. Cuando alejaba el vaso pude verlo de nuevo. Estaba en la sabana africana, frente a un río, era de noche, mi sed se había calmado, pero mi hambre no.
Michaela vino a buscarme, ronroneaba y me mostraba con su cuerpo una dirección,  estaba tratando de mostrarme a Nefertiti, esta última corría para alcanzar un pájaro caído que tenía las alas rotas y no podía volar. Entonces empezamos a rodearlo. Nefertiti le saltó encima, lo tomó con sus garras y la calvó sus colmillos fuerte en el cuello. La sangre del ave empezó a brotar, ahí mismo me uní yo, le di un gran mordisco a ese cuello rojo, las gotas comenzaron a caer en mi boca, cerré los ojos y sentí su gusto metálico, dije miau.
Al abrirlos estaba en un restaurante, mordía un bife jugoso, tenía algunas gotitas de sangre, la pucha pensé, no está del todo cocido, entonces pensé para mis adentro si cocinaban para humanos o para animales, que a mi gato Bubastis un filete así le encantaría. Se me apareció la idea loca de conjugar la vida de los gatos con la de los humanos, pensaba si no habrá otro planeta o tal vez un universo entero donde los animales más dominantes sean los gatos, y no existe la raza humana.
Seguí almorzando, el tinto que bebía me parecía de un color rojo muy oscuro, como si se tratase de sangre. Que asco pensé, me acordé del bife mal cocinado, pero que rico el vino, seguí bebiendo y me fui camino a casa.

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