Celeste, la que vivía comiendo

 No se sabe bien el porque, si era la causa, que vivió de cachorra en un baldío, o que en sus primeros meses no tenía dueño, pero si había algo que le gustaba a la gata Celeste era comer. La descubrieron sus dueños después de adoptarla.

Esa era su pasión principal, apenas veía a alguien en la cocina preparando algo para cocinar o guardando algún alimento, allí aparecía ella, a pedir un poco. No perdía oportunidad si es que escuchaba algún ruido en su plato, allí estaba, lista para buscar comida.

También tenía otras pasiones, la que más interés le despertaba después de la comida era mirar a los gatos que desfilaban por los techos, Porota, la tía abuela de su dueño Martín había dicho, que Celeste era una gata "varonera".

A causa de tanta pasión por los michis, y uno en especial que era negro, al cual le maullaba con pasión, le suplicaba con tiernos sonidos gatunos que se digne a prestarle atención. Decidió subirse al borde de la ventana a observarlo y a continuar su suplica. Tan muchachera era que pasó en ese risco tantas horas, que no se percató que en un momento de descuido, Susana, la mamá de Martín, cerró la ventana tras ella. Al no poder regresar al interior del departamento, se asustó tanto que se tiró directo al suelo, desde allí comenzó a pedir auxilio con todas sus fuerzas. Miauu!! Miauu!! decía, y nadie aparecía. Entonces comenzó Maramamiau!!! cosa que el gato negro, que se llamaba Fabricio, oyó. Y tuvo la idea de bajar, buscar a la menina, y llevarla de vuelta hacia a su casa por el techo. 

Allí Celeste, tuvo que tomar la difícil decisión de quedarse con su amado gatro negro, o de regresar a su departamento por comida, Ni lo dudó, en 5minutos ya estaba comiendo en su plato, disfrutando su alimento balanceado. Fabricio tendrá que esperar otra oportunidad, pero mientras tanto ella lo observará desde arriba, y ya sabe que esta vez su saludo no será un miau o un sonido gatuno cualquiera, sino un MaramaraMiauu!!!!.

 

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